24 Jun Aliá en familia en tiempos de Covid
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Entrevista a olim
Aliá en familia en tiempos de Covid: La historia de Giselle y Ariel
Antes que nada, nos gustaría saber cuándo llegaron y cómo fue esa llegada, ¿Qué pasó con el contexto del Covid-19 en la Aliá de ustedes?
Giselle: Bueno, nosotros en agosto empezamos con el Global Center y todo el proceso de Aliá, con Graciela Goler (N. de la R.: Graciela es quién acompañó desde La Agencia Judía todos los tramites durante el proceso de Aliá de la familia) desde el primer momento. Ya teníamos definido que nuestra intención era llegar a Kfar Saba, y se planificó nuestra llegada para mediados de marzo. Todo fue rápido, porque de agosto a marzo no es tanto tiempo, pero una semana o diez días antes de nuestra partida, que era el dieciséis de marzo, nos llaman para proponernos postergar nuestra Aliá por cuestiones del Coronavirus. Imagínense: veinte bultos ya empacados, todo listo para entregar el departamento en alquiler, yo ya había renunciado al trabajo y teníamos el negocio cerrado, los chicos sin escolaridad, no podíamos postergarlo. Cada día el tema del coronavirus iba creciendo y avanzando, era como una cuenta regresiva de mucha presión, teníamos que decidir si salíamos igual sin saber qué nos esperaba acá, porque todo eso que habíamos conversado probablemente no iba a suceder. Para poder viajar, tuvimos que firmar una declaración formal en la cual nos comprometíamos a cumplir catorce días de cuarentena al llegar, y setenta y dos horas antes de subir al avión estuvimos en la oficina de La Agencia Judía firmando papeles, consiguiendo gente acá que se responsabilizara por suministrarnos alimentos del otro lado de la puerta. Nunca dudamos de nuestra voluntad de subir a ese avión del dieciséis de marzo, y fuimos haciendo todo lo necesario. No esperábamos ningún tipo de recibimiento en Israel, pero al llegar al aeropuerto Ben Gurión nos esperaba una comitiva que, salvando la distancia, guantes, barbijos y todo eso, nos dio las Teudat Olé (N. de la R.: Libreta de inmigrante), un chip de teléfono, un dinero de la canasta de absorción. A las familias que llegamos nos aislaron y nos dieron un sobre de papel oficio con todo adentro, y ahí estaba el famoso Nahum (N. de la R.: Voluntario de la Organización de Olim Latinoamericanos) con su cartelito que cuando lo vimos, un poco nos volvió el alma al cuerpo, y dijo: “Hace 35 años que recibo a todos los Olim”, no se iba a perder salir en la foto de este día tampoco. La verdad es que terminó siendo un momento mucho más tranquilizador que lo que teníamos pensado. Cuando esperás nada, y aparece todo esto, es un montón, hasta sándwiches nos dieron para comer.
Ariel: Recién Giselle habló de Graciela, quiero agradecerle profundamente todo lo que hizo. Damos fe de que surgieron muchos temas que la realidad y la coyuntura los impuso, y Graciela estuvo ahí para darnos una mano con todo eso y para ayudarnos a poder solucionarlos.
¿Cuál era el plan original de ustedes para su desembarco en Israel y qué fue lo que finalmente terminó sucediendo y en qué instancia se encuentran ahora, ya pasados dos meses?
Giselle: El plan original era llegar a un departamento en la ciudad de Kfar Saba, donde la municipalidad tiene un beneficio, avalado por La Agencia Judía. Alquilan un departamento y lo prestan a Olim por períodos de hasta un mes. Es para que los Olim lleguen desde el aeropuerto y desde acá puedan salir a alquilar con tiempo. A veces es muy difícil si no querés o no podés ir a un Mercaz Klitá (centro de absorción), ¿Cómo hacés para alquilar una vivienda desde Buenos Aires? Lo que nos pasó es que llegamos y tuvimos que hacer catorce días de aislamiento en este departamento. Nosotros pedíamos correr un poco más ese período de un mes porque nos esperaban muchos trámites post-aislamiento, como hacer los documentos de identidad, abrir la cuenta en el banco, ir al Misrad Haklitá para presentarnos y darnos de alta como ciudadanos israelíes. Entonces nos confirman que los Olim siguientes a nosotros que venían de Centroamérica no van a llegar porque las salidas y los vuelos estaban interrumpidos. Pudimos quedarnos.
Hoy, un mes y medio después, les podemos decir que todas las misiones fueron cumplidas pero para nosotros fue el Ulpán más intensivo del mundo. Durante los primeros días hubo momentos de angustia, no podíamos avanzar con los trámites, no sabíamos al cuidado de quién estábamos, no teníamos documentos, no teníamos dinero, no teníamos posibilidad de salir a buscar a alguien, no teníamos inscripción en ningún lado, el Bituaj Leumí, la Kupat Jolim, entonces fueron días de tener techo y comida pero sentirte como muy vulnerable.
¿Y ahora dónde están? ¿Están en el departamento de la municipalidad de Kfar Saba? ¿Hasta cuándo tienen para quedarse ahí?
Giselle: Nos quedamos en el mismo departamento. Porque el contrato a cargo de la Municipalidad terminaba a fin de mayo. Como no llegaron Olim, pudimos firmar el contrato de alquiler acá mismo a partir de junio por un año. Ya es nuestra.
¡Les salió muy bien! Pero aclaremos para el que no conoce el programa que, originalmente, sin toda esta situación de por medio, hubiese sido un mes que tenían el departamento y después tenían que buscarse uno ustedes. ¿Por qué Kfar Saba? ¿Cuál fue el motivo?
Giselle: Yo estuve a mitad del año pasado en Israel, haciendo un seminario, en Haifa, y después tuve la oportunidad de quedarme un par de semanas más acá en la zona del centro del país, que no conocía, y Ari que tenía la idea de la Aliá mucho más decidida que yo, me dio la decisión de que yo vea y decida, y que lo que yo iba a decir, él lo iba a aceptar. Cuando me vine al centro del país dije ¡Guauu! lo llamé a Ari y le dije: “Llamá ya al Global. Si hay opción de venir acá, lo hacemos”. Abrimos la carpeta y cuando volví en agosto ya teníamos pactada la primera reunión. A ver. El deseo de Aliá, por lo que escuchamos de otras personas puede tener distintos motores. Hay gente que lo hace por sionismo, por cumplir un sueño de su vida, hay gente que lo hace por cuestiones económicas, hay gente que lo hace porque su situación familiar cambió y quiere darse otra oportunidad. En nuestro caso es sionismo, es una apuesta a un futuro. Nos dicen: “Por los chicos”. No solo por los chicos, por nosotros también. Y creemos que pudiendo elegir. Porque no nos escapamos de la Argentina, ni por cuestiones económicas ni porque no teníamos trabajo, al contrario, dejamos trabajo, dejamos a toda la familia.
Más allá del viaje de Giselle a Israel el año pasado, que fue cuando Ariel llamó al Global Center, ¿En qué momento empezaron a hablar de hacer Aliá?, ¿Cuál fue la semilla?
Ariel: Yo estuve en Israel dos veces. La primera fue hace muchísimo tiempo. Primero, obviamente me partió la cabeza. Segundo, por mi historia, no solamente viví la cultura judía del Shule de entonces, donde la parte de la tarde era todo en Ivrit, sino que además siempre estuve muy familiarizado con la sociedad israelí, yo leía cuatro diarios israelíes todos los días. No creo que Israel sea el lugar perfecto porque no existe sobre la tierra, pero sí creo que es una evolución, un upgrade respecto de mi vida allá, entonces siempre pensé que era un buen lugar, uno no elige dónde nacer, uno elige dónde vivir, entonces era un lugar que uno podía elegir para vivir. Siempre me quedó esa idea. Después nos conocimos con Giselle. Vamos a ser francos, fuimos la primera vez a La Agencia Judía debido a mi insistencia, durante el 2000-2001 cuando todo el mundo estaba buscando una puerta de salida.
Giselle: Yo estaba embarazada y, cuando se venía el tema del corralito, fuimos a abrir carpeta, y no me animé, no quería, me fui para atrás. Y bueno, después distintas situaciones de la realidad nacional argentina nos agotaron y dijimos: “Somos lo suficientemente grandes para saber que ya no da para más y suficientemente jóvenes ahora, antes de cumplir los cincuenta años, para arremangarnos y empezar de nuevo, porque acá es empezar de nuevo”.
Tienen hijos que están en una edad casi adulta, ya no tienen cinco o seis años y los siguen a ustedes a todos lados. ¿Cómo fue convencerlos a ellos, o ya estaban convencidos?
Ariel: Mirá, parte de la estrategia de marketing fueron cosas que por el Coronavirus todavía no pudimos lograr. Ejemplo: ¡Eh, vamos a conocer Mamilla! o, ¡Vamos a ir al Kotel! Ya va a llegar. Hay ciertas cosas que uno como padre sabe que tiene que hacer aunque tal vez a los chicos no les guste. Los chicos miran un horizonte de corto plazo, qué van a hacer el fin de semana, qué van a hacer dentro de un mes, mientras que los padres miran un horizonte de largo plazo. Por lo tanto, lo podemos hablar, lo podemos contar, podemos medianamente convencerlos pero ninguno va a tener una perspectiva de cómo van a mejorar en los próximos veinte años.
Maia ahora está en la escuela, ¿cómo fue la inserción de ella más allá del coronavirus?
Giselle: Nosotros, desde que llegamos, menos mal que trajimos varios dispositivos porque nos agarró la era del Zoom. Y desde el tercer día que estamos acá, nos incorporamos al Ulpan (curso de hebreo), nos tomaron por Whatsapp una nivelación y a cada uno nos pusieron en un grupo de Zoom, así que estamos haciendo el Ulpan, como todos, por medio de Zoom. A Maia costó un poco más el tema de inscribirla en la escuela, pero de vuelta, la municipalidad nos ayudó con todos esos papeles que mandamos, formularios escaneados. En el colegio que pensábamos mandarla ayudan a los chicos con el idioma para ir integrándose, y la Morá que se ocupa, que habla en castellano, nos llamó a la semana por teléfono para contarnos que ella era la Morá que ayuda a los chicos y nos preguntó si nosotros aceptábamos que haga videollamada con Maia. Así que desde ese día, hace más de dos meses, todos los días, una hora reloj, Ruthy la llama a Maia y hacen una clase de Ivrit, divertida, con fotocopias, con tarea.
Ariel: También el lugar que elegimos, justamente lo elegimos porque sabíamos que había bastante prominencia de hispanoparlantes para que no fuera tan complicado para ella.
Ahora que ya están allá, que pasaron toda esta situación particular, ¿Cuáles son sus proyectos a futuro?
Ariel: El más importante de todos los proyectos es conseguir trabajo. Habiendo ya resuelto el tema de dónde dormir al menos hasta el próximo año, estando resuelto el tema del colegio de Maia y, bueno, a la espera de que llegue la convocatoria al ejército para Dan, nuestro proyecto ahora es, en el corto plazo, terminar el Ulpan, pero después es conseguir trabajo y generar ingresos. Estamos en algo atípico también, estamos recién terminando de acomodarnos en cuanto a trámites, en cuanto a las compras necesarias para lo básico. Ahora que tenemos un par de electrodomésticos, nos faltan un par de colchones pero son cosas mínimas, teniendo resuelta la infraestructura de vivienda.
Giselle: En mi caso particularmente, siguiendo las redes sociales un día mirando el Instagram del Ministerio de Absorción sale una convocatoria para que se postulen Morim Olim (docentes inmigrantes) con un Google Form para llenar. Automáticamente llené ese Google Form, y bueno, estoy contenta porque ayer ya tuve mi primera reunión en el Ministerio de Educación en Tel Aviv. Conocí a la persona encargada de la absorción de los Morim Olim, no es fácil el camino que hay que recorrer, ya hice la traducción y certificación de los títulos, y ella se iba a ocupar de mandarlos a Jerusalem. La verdad es que, en ese aspecto, me siento contenida, y si bien me puedo desenvolver en hebreo está bueno que alguien desde adentro te acompañe y te oriente, y te diga: “Bueno, hacemos esto”. Los Olim tenemos un montón de beneficios que, quizá, a nivel de información general no lo sabemos porque es muy específico del rubro de cada uno. Por ejemplo, yo ahora tengo que hacer un curso de tantas horas de hebreo, y eso no lo pago. Y está buenísimo.
Ariel: Otro proyecto adicional para el futuro es ayudar a los próximos Olim que vengan.
Giselle: Eso en cuanto a voluntariado. Porque nosotros no podemos creer la cantidad de gente voluntaria… hay una red de voluntariado en Israel que lo único que genera es que vos quieras seguir ayudando a todo el mundo que quiera venir.
Ahora que lo mencionan, estamos obligados a hacerles la clásica pregunta, ¿Cuál es el consejo para los futuros Olim, para la gente que hoy está tomando la decisión de hacer Aliá?, ¿Qué tienen para decirles?
Giselle: Como consejo principal, lo primero es estar seguro de la decisión. Hay momentos en los que uno a lo mejor se pregunta si hiciste bien o no hiciste bien, pero lo que no dudamos es que estamos contentos de que subimos a ese avión. Y que hay que saber hebreo, eso es más importante que cuántas remeras te traés, o cuántos zapatos te traés. Es imprescindible, y en Argentina por lo menos hay una movida inmensa de oferta de Ulpanim.
Ariel: Venir es una decisión y quedarse también, ahí estás decidiendo, tenés que decidir.
Por último ¿De qué actividades de la Agencia Judía participaron en la previa a la Aliá y durante todo el proceso?
Giselle: Desde agosto en todo, nos anotamos en todo, en la Expo, en los talleres semanales, tuvimos charlas; la verdad es que algunas fueron más útiles e interesantes a nivel de aportarnos conocimientos, otras menos, pero bueno eso es subjetivo, pero lo que sí era muy importante era el marco de contención con los pares, ahí pudimos hacernos amigos, de nuestras nuevas familias, digamos, y que continuamos acá, la experiencia en el Howard Johnson (N. de la R.: Se refiere a un seminario para futuros Olim realizado en diciembre de 2019) fue alucinante, en ese nivel de estrés de preparar la Aliá, poder salirnos un poco y hacer esa inmersión de 48 horas de tanta información, no hubo palabras para agradecer el nivel de organización. De hecho, hoy en día tenemos grupos de Whatsapp con otros Olim de ese seminario, hablamos hasta de qué cocinamos hoy, o sea fuimos integrándonos porque estamos todos en la misma etapa y es muy importante compartir información.